Convocatoria juevera: ¿Jugamos?

jugamos

Esta semana me atreví a participar con mi relato ¿Jugamos? en la convocatoria juevera. Les cuento un poco si no la conocen. Es una actividad que invita a publicar cada jueves una historia basada en un tema específico.

Cada semana la propuesta queda a cargo de un coordinador y esta vez le correspondió a Molí del Canyer. El tema de su convocatoria es “jugando” y deja una lista de esos juegos de la infancia que traen muchos recuerdos.

Yo elegí el yoyo, pero opté por darle un giro a la historia. En este caso no voy a hablar de recuerdos de la infancia, sino que tendrá un tono más oscuro. ¡Espero que lo disfrutes y te animes a participar en la próxima convocatoria juevera!

¿Jugamos?

Mientras luchaba por atar las manos del chico e inmovilizarlo, las luces del viejo teatro le encandilaron. Incrédulo, Lucas trataba de descifrar las figuras que se formaban delante de él. Es cierto, las veces anteriores nunca hubo tanto silencio como aquella tarde, pero pensó que era el cansancio y el miedo de sus víctimas. ¿Sería posible que fueran ellos?

 A sus 27 años, el único amigo real que había tenido Lucas era el yoyo que le acompañaba a todas partes. Cuando era chico, era su juguete lo que le mantenía ocupado y le permitía aislarse del resto del mundo.

Venía de una familia de hipnotistas, habilidad que aprendió desde pequeño y que no facilitaba su integración entre sus compañeros de escuela o sus vecinos. Era demasiado tímido para relacionarse con otros, pasaba sus ratos libres jugando al yoyo.

Se hizo adulto y seguía tan retraído como siempre. Por eso prefería caminar en solitario o montarse en el escenario del viejo teatro abandonado, imaginando que el público aplaudía mientras mostraba sus trucos.

Pero quería tener amigos, los necesitaba, y puso en marcha un plan que no podía fallar. Y sorprendido, vio como todo marchaba de maravillas.

Escogió una esquina cerca del teatro para hacer sus trucos con el yoyo y así atraer a jóvenes curiosos. Les mostraba el dormilón, la vuelta al mundo, el columpio, la cascada y sacaba a pasear al perro.

Rompía el hielo con su destreza y por fin se atrevía a hablar. Conversaba un poco con quienes se acercaban y les animaba a intentar algún movimiento para ganar su confianza. Y, cuando llegaba el momento adecuado, chasqueaba sus dedos y su interlocutor comenzaba a hacer lo que él quería. Entonces los llevaba al teatro, donde poco a poco iba armando su público anhelado.

Doce jóvenes desaparecieron de esta forma en una semana. En la ciudad todos hablaban de esto y las autoridades habían comenzado la búsqueda. Animaban a cualquier persona menor de 20 años a quedarse en casa, pero algunos preferían romper el toque de queda.

Uno de esos jóvenes rebeldes era Mateo, quien a diario observaba de lejos lo que Lucas hacía. Hasta que una tarde decidió acercarse.

-¡Qué bien juegas al yoyo!, le dijo a Lucas.

-Me alegro que te guste, le respondió este sosteniéndole la mirada. ¿Quieres intentarlo?

-¡Claro!, exclamó Mateo.

Hizo varios intentos, pero apenas logró mecer el juguete. Lucas lo tomó de nuevo y le mostró cómo lo hacía.

-Es así de fácil, dijo Lucas, al mismo tiempo que chasqueó los dedos.

Era la señal que Mateo esperaba. A diferencia de los demás, Lucas no pudo hipnotizarlo, pero él fingió para ver a dónde iba cada vez que desaparecía de la esquina acompañado de una nueva víctima.

Fue así como llegó al teatro, Lucas ató las manos de Mateo, selló su boca con cinta adhesiva y se fue de nuevo. Pero no contaba con la audacia del chico, que logró desatarse en unos minutos gracias a una navaja que llevaba siempre consigo y no tardó en encontrar a los demás jóvenes.

Liberó a uno y a otro, y ellos lo ayudaron con los demás. Los convenció de quedarse a confrontar a Lucas en lugar de escapar, según sus cálculos no tardaría en volver con la siguiente víctima.

Así lo hicieron, se instalaron todos en el escenario y esperaron en la oscuridad. Cuando Lucas llegó e intentaba dominar al siguiente joven incauto las luces se encendieron de repente, dejándolo casi ciego por un instante.

Unos segundos después consiguió enfocar su mirada. Entre él y el resto de los jóvenes estaba Mateo, con el yoyo en una mano y la navaja en la otra. Y, arqueando los labios en una media sonrisa, le dijo:

-¿Jugamos?

Espero que te haya gustado mi relato ¿Jugamos? Recuerda que en mi blog también tienes otros retos literarios en los que puedes participar.

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25 comentarios

  1. ¡Hola!
    Buen relato, los amigos son necesarios.
    Un abrazo. 🙂

    1. Hola, Merche. Qué bueno que te gustó. Saludos.

  2. Un relato de lo más original y escalofriante que queda con final abierto. Me ha gustado muchísimo como ibas narrandolo. Es muy bueno. Gracias por sumarte, besos

    1. Gracias, qué bueno que lo hayas disfrutado. Quise darle un giro a la propuesta e ir más allá de la inocencia que, en principio, encierran estos juegos.

  3. Esos juegos son mejores que los de mesa.:)

    1. ja, ja, ja, sí, son muy divertidos. Saludos.

  4. Wow, que listo fue Mateo. Porque Lucas para tener amigos y secuestrar a jóvenes no le salió nada bien. Muy buena historia. Te aplaudo. Un abrazo

    1. Muchas gracias. Esta es una muestra de que los actos que cometemos se pueden volver en nuestra contra en cualquier momento.

  5. Vaya imaginación! Has armado un relato bien oscuro alrededor de la soledad de un niño extraño incapaz de hacerse de amigos sin recursos engañosos! Me alegra que hayas decidido sumarte a nuestra convocatoria juevera. Espero se repita. Un abrazo

    1. Me alegra que te haya gustado el relato. La idea del reto de los jueves me parece genial, estaré atenta a los próximos.

  6. Vaya, me ha gustado mucho el enfoque que le has dado , estaba leyendo una novela un tanto negra ajja, pero bueno ese final pudiera ser una esperanza para el chaval .Gracias por tu participación, te mando un saludo.

    1. Gracias a ti por leerlo. El final queda abierto para que cada quien pueda imaginar el resto de la historia. Saludos.

  7. Tremendo y perverso este hiptonista que utiliza el Yo-Yo como su herramienta particular! Efectivamente el Yo-Yo posee estos ritmos y movimientos hipnóticos y algunos lo saben manejar con verdadera maestría. Por suerte no con intenciones tan malévolas como el protagonista, je je! Un relato genial! Un abrazote!

    1. Sí, hasta las habilidades más inocentes algunos las utilizan con fines perversos. Me alegro que te haya gustado el relato.

  8. Hola.
    Me gusta el enfoque siniestro del relato. Tanto podría ser un relato de Stephen King como de algún extravagante villano de historietas.
    Usaba su talento en el yo-yo, para luego hipnotizarlos. Y así, tener un público cautivo. Literalmente.
    Pero alguien lo desafió, Mateo, quien resultó inmune al hipnotismo de Lucas. Y que tal vez haya resultado más siniestro.

    Es curioso que no haya tratado de hipnotizar a alguna mujer.

    Felicitaciones por tan buen relato. Un abrazo.

  9. Al volverlo a leer he visto que al principio hay un cierre del circulo de lo que parece al final un relato abierto. Tambien el giro de personaje maltratado a malvado. Normalmente se usa esa relacion al reves, para justificar la maldad. En realidad en este caso en parece falta de empatia. nO quiere hacer daño a los otros, solo poseerlos, pero no creo que se sienta culpable.
    ABRAZOO

    1. Solo busca tener un público para mostrar sus habilidades. Igual, no queda claro qué ocurre al final.

  10. Espero que a este juego no le anime mucha gente :-9 porque entre el yoyo y la navaja, buenas migas no hay, pero mira, sí entre los amigos. De uno en uno, suman todos.
    Este Lucas tenía demasiado tiempo para pensar y nada bueno, aunque parecía ser la forma de no sentirse solo.
    Bien llevada la historia, Marelys.
    Besos.

    1. Sí, es un lado poco inocente del juego ja, ja, ja.

  11. Me gustó lo de darle un estilo oscuro a la historia con un yo-yo.

    Lucas podría ser uno de esos villanos de historieta o un personaje de algún relato de Stephen King.
    Tenía un talento que llamaba la atención y un poder, usando en una forma mezquina y retorcida. No intentando ganar públicos, amigos, de una forma razonable.
    Pero se encontró con Mateo, que resistió a su hipnosis y lideró a los prisioeros, que se volvieron en contra de Lucas.

    Es curioso que Lucas no haya hipnotizado a una mujer, para que sea su amiga, algo más que eso, o para que la acompañara en su acto.
    Muy bien contado. Un abrazo.

    1. Sí, no sabía cómo relacionarse con otros y usó sus habilidades, pero de una manera retorcida.

  12. Hay juegos de todo tipo. algunos son perversos.

    Me ha gustado el enforque de tu relato.

    Un beso.

  13. Qué buenos juegos en la infancia, qué tiempos. Me encantaba jugar al yoyó.

    Buen relato.

    Un beso.

    creía que había dejado un comentario el otro día, pero no le veo.

    1. Gracias, me alegra que te haya gustado. Saludos.

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